Leyenda de las Tzitzimime, estrellas demonios que devoran humanos

 


Las Tzitzimime, se conocen a los demonios nocturnos, relacionados con las estrellas, que buscan la destrucción de esta humanidad. Su cuerpo era solo compuesto de huesos y garras, conocer su fascinante leyenda.

Es en el segundo cielo, de los 13 que existían en la mitología azteca, donde las Tzitzimime deambulaban y se encargaban de mover las estrellas.

Su nombre proviene del náhuatl tzitzimitl que quiere decir «flechas malas» por tzintzon que significa finche, mitl, flecha.

Fue después de la conquista que se les atribuyó el término de demonios, pero en realidad en la sociedad mexica no eran vistas como tal.

Leyenda de las Tzitzimime

Estos seres de la noche intentaban impedir la puesta del sol atacándolo durante el amanecer y anochecer, intensificando su ataque cuando ocurrían los eclipses.


También son protagonistas en el mito creacionista de la era en la que vivimos la cual se llama el Quinto Sol.

Según la leyenda Quetzalcóatl, junto con Xólotl, crearon a la humanidad actual, al dar vida con su propia sangre a los huesos de los viejos muertos que yacían en el Mictlán.

Ya que después de varios intentos fallidos los dioses desistieron en crear seres humanos.

Sin embago, se creía que el quinto sol, Nahui-Ollin (Cuatro-Movimiento), estaba destinado a desaparecer por la fuerza de un movimiento o temblor de tierra.


En este momento era cuando aparecerán los Tzizimime o monstruos del Oeste, con apariencia de esqueletos, y devorarán a todos los hombres.

Por tal razón, los mexicas realizaban ceremonias rituales para favorecer el movimiento cósmico constante como los sacrificios o la ceremonia del Fuego Nuevo, una de las fechas más importantes en el calendario antiguo realizada cada 52 años.


Huehuetéotl, dios viejo del fuego y el centro del universo

Si durante el ritual, el fuego no podía mantenerse con vida, o si al comienzo del Xiuhmolpilli (como se llamaba a la festividad) el sol no brillaba, la oscuridad imperaría en el mundo y las terribles tzitzimime podrían acabar con los hombres.

La Tzitzimime Itzpapalotl

Aunque estas estrellas acechaban en grupos, existían entre ellas, algunas importantes que destacaban en las leyendas y mitos.

La más monstruosa era Itzpapalotl «la mariposa de obsidiana» a quien se le condiseró el aspecto oscuro de la diosa madre de los chichimecas. Mientras que los zapotecas la identificaban con los murciélagos y los mexica con las mariposas negras nocturnas.


Gracias a los Murciélagos bebemos tequila y mezcal

Otra tzitzimime importante en la mitología de Mesoamérica fue la despiadada abuela Mayahuel, la diosa del pulque, quien por haberse escapado con Quetzalcóatl se convirtió en un maguey, al descubrirla la despedazó y de ella broto el delicioso pulque o néctar de los dioses.

La leyenda de Mayahuel, deida creadora del maguey

Sin embargo hay relatos donde se hablan que las tzitzimime no eran totalmente malas, incluso podían evitarle una enfermedad a alguien, pero a su vez, contagiar con esa misma enfermedad a otra persona.

Por ejemplo, Coatlicue, «la de la falda de serpientes» considerada la madre de todos los dioses y los mexicas, hacía uso de las propiedades contentivas las Tzitzimime, ya que con ellas curaba las enfermedades de los niños.

Asimismo, se dividían en grupos de varios tipos de colores como el rojo, blanco, azul o amarillo. Estas tzitzimime eran Iztac Tzitzimitl, Xouchcal Tzitzimitl, Coz Tzitzimitl e Itlatlauhcatzitzimitl.

¿Cuándo atacaban las Tzitzimime?

Se creía que las estrellas demonio atacaban en las horas de total oscuridad, durante los eclipses solares, temporada de lluvias y durante la ceremonia del fuego nuevo.

También si había niños o bebés en la casa, ya que a las tzitzimime les gustaba llevárselos.


Eran vulnerables en los cinco días nefastos o nemontemi, los últimos cinco días del calendario mexica en los que no se debe salir de casa.

Las mujeres embarazadas podían convertirse en estos monstruos si morían en los días de la ceremonia del fuego nuevo.

Además había que temerles si se escuchaba un ruido de conchas, ya que tenían faldas de caracoles.


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