Canto a la tierra
Aprender a escuchar en una sociedad permeada por lo visual es un desafió. Los medios de comunicación nos bombardean a cada segundo con imágenes, las calles nos atiborran de anuncios publicitarios y cuando no están presentes, nosotros los buscamos en el teléfono, en el Face Book, Y así, nos encontramos sobre estimulados visualmente sin prestar atención a los otros sentidos. Ejercitar la capacidad de escucha es uno de los propósitos de la Muestra: Otros Saberes, Otros Oficios en su área de Entrevistas y Paisaje Sonoro, realizada en Cuzco, Perú en Mayo de este año. Muestra que reunió a diferentes creadores de América Latina. Propuesta lanzada de manera autogestiva por el Colectivo Utopía en Movimiento de Perú y Oficios Varios de Chile.
¿Pero, cazar sonidos y contar historias con ellos, puede ser considerado un oficio? Y lo es. La paciencia es una de sus cualidades, hay que esperar largos periodos de tiempo para obtener la grabación del sonido deseado o inesperado. Quietud y contemplación son sus compañeras. Los oídos muy abiertos, y muchas veces los ojos cerrados. Vale la pena tener el cuerpo relajado y esperar en silencio, nuestro silencio. De esta manera, podremos ser capaces de captar las cualidades del sonido con sus texturas, matices, planos, colores, ondulaciones, cercanías, intensidades y volumen.
Para ejercitar este oficio, necesitamos un calendario muy otro, uno que valla acorde con el ritmo natural del planeta, ya que para el registro de campo de los paisajes sonoros: sonidos de la naturaleza, o los sonidos producidos por los humanos, las temporalidades son variables porque difieren con la hora del día (en la noche o al amanecer con el canto de las aves), las estaciones del año (cuando las aves migratorias son más presentes, los sonidos en las temporadas de lluvia, de calor o frio), los lugares y la cultura.
En el caso de las comunidades rurales estos sonidos y sus ciclos forman parte de un conocimiento intrínseco en la forma de ver y percibir el territorio. Y es que el sonido forma parte de los saberes comunitarios que repercute en la forma en cómo se realizan las actividades en su medio y en qué tiempos, por ejemplo, en la siembra: sabemos que el sonido de las chicharras en abril-mayo nos anuncia las temporadas de calor y la llegada de la lluvia. En la costa, el croar de las ranas, es un llamado a la lluvia, “están cantando a la lluvia”, dicen los habitantes de Chacahua, un poblado de la Costa en Oaxaca, México.
Dada la importancia de las señales del universo sonoro de la naturaleza, es necesario ejercitar la escucha consciente como método, como oficio, y sobre todo como parte esencial para nuestra vida. Así lo menciona Lenkerdorf en el libro Aprender a Escuchar, haciendo eco a la palabra de los pueblos Tojolabales de Chiapas, México, que advierten:
Se nos olvidó escuchar a la tierra, a la milpa, al bosque, a los animales…Desde la perspectiva tojolabal, la sociedad dominante esta sorda porque no escucha ni percibe las señales que la tierra nos manda en la época de crisis.
Gran sabiduría guardada por los pueblos del Abya Yala. Y así como nos canta y comunica la tierra, las mujeres y hombres medicina también lo hacen. Por ello, es objetivo de nuestro quehacer, resonar los cantos de curación para una sociedad enferma. Y ahí el desafío: el oficio de contar historias con sólo sonidos, tiene que despertar imágenes acústicas, provocar emociones y evocaciones. Eso es algo que disfruto plenamente, espero que ustedes también.
Comentarios
Publicar un comentario