La guía infalible para reducir la ansiedad
Deja de ser presa de la angustia por “lo que podría ser” y vuelve a ser habitante del presente.
Cuando estamos ansiosos nuestro cuerpo está presente, pero nuestra mente está muy lejos, habitando el futuro con consternación. Nos invade un presentimiento de que todo saldrá mal, de que lo que hicimos –o dejamos de hacer– tendrá consecuencias irreparables, y no podemos evitar vislumbrar el futuro con miedo.
Cuando estamos ansiosos nuestro cuerpo está presente, pero nuestra mente está muy lejos, habitando el futuro con consternación. Nos invade un presentimiento de que todo saldrá mal, de que lo que hicimos –o dejamos de hacer– tendrá consecuencias irreparables, y no podemos evitar vislumbrar el futuro con miedo.
En países como México esto le ocurre cotidianamente al 14% de la población. Y eso según cifras oficiales; pero es posible que muchos padezcan ansiedad sin saberlo o sin querer admitirlo. Además, se estima que un 28.8% de la población padecerá un trastorno de ansiedad en alguna etapa de su vida.
Todo esto hace de la ansiedad un problema de salud colectiva que, si bien puede –y debe– ser tratado por especialistas, también necesita de que nosotros modifiquemos algunos hábitos y aprendamos a cultivar la calma. Porque además, muchas formas de la ansiedad no son tan graves, pero nos perjudican cotidianamente no obstante que hay formas de evitarlas.
Pero antes de saber cómo lidiar con la ansiedad, nunca olvides que ésta proviene de un mecanismo de defensa natural alojado en nuestra psique, y que en algún momento de nuestra evolución nos ayudó a lidiar con el peligro. El problema es que, en nuestros tiempos, este instinto primigenio se ha vuelto un grave trastorno. La ansiedad no nos protege de nada, sino al contrario: nos deja a la intemperie, hechos un manojo de nervios.
No obstante, esto no es nuestra culpa. Y recordarlo es lo primero que tenemos que hacer para despojarnos de toda ansiedad. Después es necesario que modifiquemos nuestros hábitos y adoptemos algunos mantras en nuestro día a día. Aquí te proponemos algunos.
Guía infalible para reducir la ansiedad
Identifica señales
Las actividades compulsivas –mover una parte del cuerpo, morderse las uñas o comer algo sin tener hambre– son señal de ansiedad. Estos suelen ser la somatización de los pensamientos obsesivos. Recuerda que esos pensamientos no tienen que gobernarte: identifícalos como pensamientos obsesivos.
No reniegues: ten paciencia
Si la ansiedad es residuo de un instinto primigenio de supervivencia, y si se ha convertido en un trastorno gatillado por vivencias, traumas y entornos, entonces lo primero que tienes que hacer es no renegar de la ansiedad. Piensa que el pensamiento ansioso es una nube que pasará eventualmente.
Habita el presente
No dejes que la ansiedad te despegue del aquí y el ahora. Deja de sobreanalizar o sobrepensar y mejor concéntrate en tu respiración: práctica el mindfluness, ya sea con meditación o de maneras alternativas, realizando alguna manualidad relajante o saliendo a caminar. No dejes de percatarte de tus sentimientos y de lo que te rodea, para que tu mente no divague en un futuro gris que ni siquiera existe todavía –y que podría nunca existir–.
Navega menos el mundo virtual
Las redes sociales provocan ansiedad. Es importante hackear esa realidad gestionando el uso de redes sociales. No checarlas tan seguido y no obsesionarnos con “editar” nuestra vida en el Internet es muy importante para ello. Pero también no usar las redes por suplencia: debemos evitar ocultarnos detrás de nuestros teléfonos y convivir con gente real en el mundo real.
…Y observa más la naturaleza
Estas lúcidas palabras de Louise Bourgeois sintetizan esta necesidad de manera perfecta:
En un momento me sentí acosada por la ansiedad. Pero me deshice del miedo estudiando el cielo, determinando cuándo saldría la luna y dónde aparcería el sol por la mañana.
Por eso, no dejes de aprovechar cualquier oportunidad para escaparte a la naturaleza. No hay lugar que pueda proveerte de más tranquilidad ni de mejores respuestas a todas tus inquietudes. Porque la naturaleza es coherente, sabia y resiliente: elementos que toda psique ansiosa necesita recuperar para estabilizarse. También puedes reconectar con la naturaleza desde la ciudad.
Practica la empatía
Si algo ha desatado la ansiedad colectiva es el ensimismamiento. Ser demasiado individualistas, procurarnos sólo a nosotros mismos y ver a los demás como enemigos es algo que nos deshumaniza y nos obsesiona. Procurar a otras personas, en cambio, ha sido clave en nuestra evolución, y es clave para despojarnos de la ansiedad. Por eso debemos practicar la empatía día a día.
Elimina, dosifica o sustituye ciertos alimentos
Hay alimentos que desatan la ansiedad, como el azúcar, las grasas saturadas y el café. Date cuenta de qué alimentos pueden estar interfiriendo con tu tranquilidad y elimínalos, dosifícalos o encuéntrales un sustituto. Por ejemplo, en el caso de que el café te ocasione la clásica ansiedad que prosigue a su efecto energético, puedes probar tomando yerba mate.
Toma infusiones como un ritual
Existen ciertas hierbas que pueden ayudar a aliviar la tensión. Por ejemplo, la manzanilla. Pero también otras, como la lavanda, que por sus efectos sedantes se utiliza para combatir la ansiedad y relajar el sistema nervioso. Puedes tomarla inhalando su humo y aprovechando para conectar con el momento, como una especie de ritual de relajación.
No te desveles
Debemos dormir por lo menos 7 horas cada noche. Pero además, esas horas deben procurarnos descanso, pues de no ser así nuestra psique será más fácilmente perturbable y más difícil de controlar. Esto debido a la desetabilización del ritmo cicardiano que ocurre cuando no dormirmos lo suficiente, o cuando nos desvelamos y provocamos que nuestro reloj biológico enloquezca. Así que respeta tu horario de sueño y presta atención a tu cuerpo: muchas veces es el mejor indicador de si tus horas de sueño están siendo realmente reparadoras.
*Ilustraciones: Maori Sakai
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