3 claves de la Inteligencia Emocional que aplico con mis hijos cuando se portan mal
La Inteligencia Emocional nos ofrece un marco excepcional para educar a nuestros pequeños en un mejor auto-conocimiento, una mejor gestión de la frustración o la rabia, así como en esa bisagra de toda relación exitosa que es la empatía y el respeto por uno mismo y los demás.
Hemos de admitir que no es una tarea fácil. Por curioso que nos parezca,muchos niños muestran ya desde bien temprano, un carácter propio. Son más demandantes, necesitan una mayor cercanía y reaccionan de forma más intensa a los cambios, y sobre todo, a no obtener aquello que desean en cada momento.
No importa que nos marquemos desde el inicio llevar a cabo las claves de una crianza respetuosa. Darles lo que necesitan en cada instante no está ni mucho menos reñido en la conveniencia de ponerles límites y en hacerles entender que determinadas conductas, ocasionan consecuencias concretas que no siempre son permisibles.
Nuestros pequeños, no pueden, por ejemplo, pegarnos o reaccionar con violencia cuando no les compramos lo que nos piden mientras hacemos la compra con ellos en el supermercado. Tampoco pueden tratar mal a sus hermanos ni evitar esas responsabilidades que, acordes siempre a su edad, pueden y deben empezar a asumir.
Que sean capaces de entender sus universos personales, ahí donde las emociones negativas en ocasiones se convierten en un amargo ovillo, es imprescindible para que puedan ir madurando en responsabilidad y en auto-control. Es un modo de hacerles crecer siendo autónomos y teniendo a su vez la adecuada sensibilidad para entender a los demás.
Es una aventura en ocasiones laboriosa, lo sabemos, pero aunque nos cueste, debemos llevarla a cabo. Por ello, te proponemos aplicar en el día a día estas tres claves que te serán sin duda de utilidad.
Tres claves de la Inteligencia Emocional que aplico cuando los niños se portan mal
Antes de señalar cuáles son estas tres estrategias que nos serán de ayuda en casos complicados en el comportamiento de nuestros niños, hay que integrar en nuestra mente unas ideas previas y esenciales:
- Entiende que tras la conducta (negativa, violenta o disfuncional) de todo niño hay una serie de emociones y realidades internas que como madres, padres o educadores debemos conocer.
- Necesitas paciencia y recordar que para que nuestros pequeños aprendan a desarrollar la inteligencia emocional se necesita tiempo.
- A su vez, y no menos importante, queda claro que estas claves serán útiles a partir de cierta edad. A partir de los 4 años ya podemos establecer un diálogo más abierto con ellos donde profundizar mucho más en el tema emociones.
- Hasta entonces, solo podremos pautar, atender, intuir necesidades y conocer a nuestros hijos para entender el por qué de ciertas reacciones y cómo prevenirlas.
La sangre hace parientes, el amor hace familia
-Anónimo-
A continuación, te explicamos cuáles son estas 3 estrategias.
1. Me calmo, cojo aire e intento explicar qué he hecho, por qué y cómo me siento
Cuando un niño se porta mal, rompe algo a propósito, pega a su hermano o demuestra una conducta desafiante, lo último que haremos es proceder al instante con la sanción, el reproche y mucho menos el grito.
- Con calma, le preguntaremos al niño por qué lo ha hecho.
- Sé exigente con la claridad de su comunicación, ayúdalo a encontrar las palabras: he tirado el móvil de papá al suelo porque me he enfadado con él/ me he enfadado con él porque no ha querido comprarme tal cosa…
- Es necesario que maneje lo antes posible palabras de contenido emocional “estaba enfadado” “siento rabia” “tengo ganas de llorar”, “me siento triste, asustado a la vez y muy nervioso”.
2. Me pongo en el lugar de los demás
Toda conducta negativa o desafiante tiene un impacto en los demás: en mamá, en papá, en otros niños, los abuelos, los profesores.
Después de que el niño ha clarificado por qué lo ha hecho y cómo se siente, de aprender ahora a entender cómo pueden sentirse los demás ante lo que ha realizado.
“Sí, entiendo que papá ahora estará enfadado porque le he roto el móvil, y triste por cómo me he comportado”.
Lo ideal en este caso es que facilitemos que entienda que todo acto, toda palabra y conducta impacta de algún modo en los demás. A su vez, debe comprender que en su comportamiento, siempre serán preferibles las conductas positivas a las negativas porque con las negativas “todos perdemos”.
3. Aprendo a ser responsable, cuando otra vez sienta lo mismo ya sé cómo debo reaccionar
Llegaremos al tercer paso siempre y cuando, nuestro hijo haya entendido el paso anterior y haya demostrado auténtica empatía, siendo consciente de lo que determinadas conductas pueden ocasionar.
Ahora, llegado a este tercer paso es cuando más va a necesitar de nosotros y dónde más debemos ayudarlo.
- Para ello, con ayuda de una pizarra, o en una hoja con imágenes llamativas, lo ayudaremos a crear un plan de ayuda.
- “Cuando me sienta enfadado porque mamá y papá no quieran comprarme algo no puedo reaccionar rompiendo cosas o gritando”
- Debo entender que no siempre puedo conseguir todo lo que quiero, aunque mamá y papá siempre intentarán darme todo lo que NECESITO.
- Cuando me sienta enfadado, hablaré con mamá y papá para que me ayuden: hacer cosas divertidas puede ayudarme para que se me vaya esa rabia.
Para concluir, estas ideas son simples orientaciones que podrán ser más simples o sofisticadas dependiendo de la edad o madurez de nuestros niños. La finalidad de este plan de acción es doble: conseguir que aprenda a reconocer sus emociones y a canalizarlas, mientras desarrollamos en ellos la empatía y la responsabilidad.
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